24 feb 2009

El cuarto de siglo


Uno más de los festejos de cumpleaños que se suman a los 24 anteriores se realizó el fin de semana pasado. Todo bien; estuvo quien tenía que estar, sólo me faltó el buen César.

Una visita a la casa de mi mamá en Pachuca abrió los festejos con una rica comida de Tepanyaki y juegos de mesa y electrónicos varios, seguidos por un rico pastel de chocolate que preparó mi abuela.

A mi vuelta en a Chilangolandia, lo mejor estaba por venir: una noche de buena musica y tragos en el Imperial amenizada por Pato Watson. Me habían vendido el lugar mucho tiempo como uno de los mejores del tipo que me gustan; baratones, con musica en la que predomina el rock y con gente alivianada. Ahora puedo decir que comprobé lo que varias reseñas decían soble el lugar, es uno de los mejores (si no es que el mejor) venue alternativo de la ciudad.
El mero día, osea ayer lunes, una muy buena comida en un restaurante mexicano gourmet con mi papá y la familia de su lado fue uno de los highlits. Pastelito y mañanitas en la oficina con los compañeros y para cerrar una leve convivencia con los amigos más cercanos que acabó en desvelada en el Café la Escena.

Lo que me dejó el festejo:
Lo bueno:Buenos recuerdos, la compañía de mis seres queridos y uno que otro regalito.
Lo malo: La desvelada que llevaré a cuestas durante el resto de la semana.
Lo feo: Dicen los que saben que después de los 25, además de pasar a formar parte de otro grupo demográfico, en un suspiro eres treintón.


Una vez más gracias a los que estuvieron, alos que felicitaron vía SMS, teléfono, mail, red social, etc. A los que no; lo tomaré en cuenta.