3 jun 2008
Eso de encariñarme con las prendas de vestir me pasa seguido. Normalmente me da por temporadas; hay veces que me puedo poner una misma playera todos los fines de semana de un mes, aunque a veces la fiebre me dura mucho más tiempo.
Tal vez sea por eso que, igual que me pasa con algunas rolas, ciertas prendas me recuerdan temporadas específicas de mi vida, por ejemplo:
Por siempre jamás recordaré mi sudadera Old Navy azul con franjas grises en los brazos. Esa fue mi prenda favorita durante toda la universidad. De haber sido sólo por gusto, me la hubiera puesto cinco días a la semana, pero ya de pronto quedaban demasiados rastros de la salsa de las papas, los puños se ponían muy negros de mugre y mi loción ya no era suficiente para disimular los otros olores que se acumulaban con el paso de los días.
Tengo también muy claro el recuerdo de unos jeans azul claro deslavados, muy ochenteros, que mis papás o mis abuelos me ponían prácticamente todos los fines de semana en conjunto con mis Bubble Gummers que olían a chicle, esto era cuando yo tenía como unos cinco o seis años. Pude rescatar esta foto en donde se puede apreciar esta winner combination:
Otra cosa que me sucede seguido es que hago un click muy inmediato entre la ropa que traía puesta en algún momento impactante en mi vida, por ejemplo; cada vez que me pongo mi playera blanca con franjas amarillas y azules en los hombros, recuerdo una de las mejores fiestas a las que he ido en la que hubo de tocho morocho. Desde entonces cuando voy a salir a una fiesta que quiero que esté buena, me pongo esa playera, como si alguna clase en energía cósmica conspirara para que la fiesta sea todo un éxito.
Mismo caso con las prendas que usaba en los partidos de foot ball, desde los calzones hasta las muñequeras. No podía faltar ningun elemento o el resultado podía ser una mala suerte fatal.
A este tipo de prendas les tengo un afecto especial. Algunas se están cayendo en pedazos, pero aun así no me quiero deshacer de ellas bajo ninguna circunstancia, están percudidas y llenas de bolitas, pero conservan esa esencia muy propia que las hace irrepetibles, puede ser por un estampado que representa uno de nuestro mayores gustos, el recuerdo de un momento especial, por el origen de la prenda o cualquier otra cosa que para los demás podría parecer una estupidez.
¿Ustedes tienen las suyas?
Etiquetas: anecdotas
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